Los tres ciegos y el elefante Había una vez tres ancianos que se conocían desde la infancia y disfrutaban pasando buenos ratos juntos. Tenían en común que eran hombres cultos e inteligentes, pero también que los tres eran ciegos de nacimiento....
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Los tres ciegos y el elefante Había una vez tres ancianos que se conocían desde la infancia y disfrutaban pasando buenos ratos juntos. Tenían en común que eran hombres cultos e inteligentes, pero también que los tres eran ciegos de nacimiento. Afortunadamente, a pesar de no poder ver, en su día a día se desenvolvían muy bien, pues todavía estaban en buena forma física, sus mentes funcionaban a pleno rendimiento, podían oler, tocar, escuchar, saborear… Un precioso día de verano se reunieron en su lugar favorito junto al río, se sentaron sobre la hierba, y empezaron a conversar sobre temas científicos. En medio del interesantísimo coloquio se sobresaltaron al escuchar el sonido de varias pisadas. El anciano que tenía la barba blanca se giró, y algo inquieto preguntó en voz alta: – ¡¿Quién anda ahí?! Por suerte no era ni un espía ni un asaltante de caminos, sino un viajero que llevaba a su lado un enorme elefante con una correa al cuello, como si de un perrillo se tratara.
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