Escuchar con los ojos a las muertas Contra delito, exculpación La misoginia jactanciosa y violenta ha sido el más perdurable de los regímenes feudales. La violencia aísla, deshumaniza, frena el desarrollo civilizatorio, le pone sitio militar a las...
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Escuchar con los ojos a las muertas Contra delito, exculpación La misoginia jactanciosa y violenta ha sido el más perdurable de los regímenes feudales. La violencia aísla, deshumaniza, frena el desarrollo civilizatorio, le pone sitio militar a las libertades, mutila física y anímicamente, eleva el temor a las alturas de lo inexpugnable, es en síntesis la distopía perfecta. El peso del patriarcado y las resignaciones aledañas igualan la violencia ejercida sobre un género con la negación de la democracia, y desde los gobiernos y las leyes y los criterios sociales no reconocerlo o admitirlo ambiguamente es señal inequívoca del atraso. El límite de las libertades femeninas y, para el caso, masculinas, aunque con énfasis y proyección muy distintos, es el monopolio ilegal de la violencia. Así, la violación, ese jus prima nocte del machismo, se ha considerado "natural" por "el razonamiento" adjunto al derecho de pernada. "En el fondo, lo que estas tipas quieren es ser violadas" ha sido hasta
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