Yo tenía un perro negro, su nombre era: Depresión. Cada vez que el perro aparecía, me sentía vacío y la vida parecía detenerse. Sin ninguna razón y en cualquier momento me sorprendía, visitándome. El perro negro me hacía parecer y sentir más viejo...
More
Yo tenía un perro negro, su nombre era: Depresión. Cada vez que el perro aparecía, me sentía vacío y la vida parecía detenerse. Sin ninguna razón y en cualquier momento me sorprendía, visitándome. El perro negro me hacía parecer y sentir más viejo de lo que era. Cuando el resto del mundo parecía estar disfrutando de la vida, yo sólo podía verla a través del perro negro. De repente, las actividades que normalmente me provocaban placer ya no me interesaban. Le gustaba arruinarme el apetito, masticaba mi memoria y mi habilidad para concentrarme. Si quería hacer algo o ir a algún lado con el perro negro, necesitaba una fuerza sobrehumana. En situaciones sociales, él podía olfatear y darse cuenta de mi confianza y ahuyentarla. Mi mayor temor era que me descubrieran, me preocupaba que la gente me juzgara debido a la vergüenza y al estigma del perro negro, yo estaba constantemente preocupado que me descubrieran, por lo que invertía una gran cantidad de energía en ocultarlo
Less