Rafael Tello Hace más de 2 décadas cayó en mis manos un documento de tiempos de Fernando VII de una veintena de páginas en vitela en el que 3 hermanos de Morata de Jalón reclamaban y conseguían un título de infanzonía. Allí aparecían hermanos, primos,...
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Rafael Tello Hace más de 2 décadas cayó en mis manos un documento de tiempos de Fernando VII de una veintena de páginas en vitela en el que 3 hermanos de Morata de Jalón reclamaban y conseguían un título de infanzonía. Allí aparecían hermanos, primos, nietos en una maraña de nombres en la que me perdía. Tras comenzar desde el principio varias veces, decidí coger lápiz y bolígrafo y empezar a esbozar un elemental árbol de parentescos. Ahí comenzó mi afición por la genealogía. Luego, en la parroquia de La Almunia empecé a ponerles nombres y apellidos a mis bisabuelos y algún tatarabuelo descubriendo con agrado nuevos apellidos, hasta entonces ajenos a mi familia: Tudela, Huera, Lorén , Lasheras, Monteagudo,… En paralelo a ello también visité la parroquia de Morata de Jalón y emprendí la búsqueda de los ancestros de mi mujer. No sólo aparecían nuevos apellidos, también nuevos pueblos: el abuelo que vino de Arándiga, el que vino de Brea. Que si éste se casó dos veces porque enviudó pronto
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