Maya se detuvo mientras la multitud avanzaba a sus lados, todos dirigiéndose al imponente edificio blanco que se alzaba a un par de metros, metiéndose en él por entre sus enormes columnas con prisa. El mar de codos que chocaban contra ella no pudo hacer que...
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Maya se detuvo mientras la multitud avanzaba a sus lados, todos dirigiéndose al imponente edificio blanco que se alzaba a un par de metros, metiéndose en él por entre sus enormes columnas con prisa. El mar de codos que chocaban contra ella no pudo hacer que reaccionara, solo se quedó ahí de pie, esperando. Algo no se sentía bien. Miró a uno de los estudiantes que pasaba a su lado, hace unos meses, esa era ella; pero ahora algo había cambiado, ella ya no pertenecía allí. Ella pertenecía en el asiento del copiloto de una destrozada camioneta que se mantenía firme junto a su dueña. «Ya no más» Tuvo que recordarse. Respiró hondo antes comenzar a avanzar. «Olvídala —se dijo—, olvida todo lo que pasó. Olvida a Cameron. Ella jamás existió». TRES SEMANAS ANTES —¡Prueba ahora! —gritó Cam para que Maya pudiera oírla desde adentro de la camioneta. Era la quinta vez que intentaba hacerla arrancar. Cam sonrió cuando escuchó el rugido del motor. —¡Lista para irnos! —anunció cerrando el capó. Maya le
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