sal”, dice el director de Inictel-UNI, el ingeniero José Oliden. Como en esa vieja película de Jim Carrey en la que con un artefacto minúsculo se podía alterar la realidad, el celular se ha vuelto un artilugio que es mágico y tecnológico a la vez. “Es un...
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sal”, dice el director de Inictel-UNI, el ingeniero José Oliden. Como en esa vieja película de Jim Carrey en la que con un artefacto minúsculo se podía alterar la realidad, el celular se ha vuelto un artilugio que es mágico y tecnológico a la vez. “Es un microcomputador adherido a nosotros mismos que cumple y amplía las funciones que antes tenían muchos otros equipos —explica—, como los relojes, las alarmas, las calculadoras, las cámaras fotográficas, los escáneres, las agendas, los mp3, el televisor, las consolas de videojuegos…, pero además se vuelve una interfaz capaz de ejecutar miles de aplicaciones, desde aquellas que nos sirven para comunicarnos o entretenernos hasta otras que cuidan de nuestra salud, como las que miden las calorías que quemamos al correr”. Con toda esta variedad de usos no es difícil caer en la adicción, en el consumo desmedido que, como explican múltiples estudios, está cambiando nuestras relaciones sociales e íntimas, no solo las que transcurren en calles y b
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