Puerta Amarilla. Después de que el día nos golpease con tanto impulso y con tanta rabia, que de la vida, los sueños, los caminos y la fuerza de nuestro cuerpo ebrio nos cansara, el fusilamiento de todo lo vivido se presentaría en mi cama, cerrando los ojos...
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Puerta Amarilla. Después de que el día nos golpease con tanto impulso y con tanta rabia, que de la vida, los sueños, los caminos y la fuerza de nuestro cuerpo ebrio nos cansara, el fusilamiento de todo lo vivido se presentaría en mi cama, cerrando los ojos para abrir las puertas al alma, abriendo la boca para exhalar todas las llamas, llamas que alimentan los demonios que pasean por mi conciencia, haciendo que se acabe mi paciencia destruyendo mundos enteros de pesadillas y recuerdos, memoria que se consume al son del fuego, perdido entre lo desconocido pero reconocido ante lo sucedido. Y es que todo se ha calmado, después de haber cruzado esa puerta Amarilla Puerta grande, con un plástico en la orilla. Puerta que despedía una época de grandes luchas personales, y daba bienvenida a nuevas oportunidades. Se empezó a construir nuevos caminos, nuevos sueños, entre sabores dulces y añejos se presentaron así mismo nuevos sentimientos, nuevos sonidos, entre baile y juego, cartas y otros pasa
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