La Bruja despertó de su sueño de varios siglos, se desperezó largamente y ya en pie se miró en el espejo y dijo: –¡Qué suerte! Estoy tan horrible como siempre. No, mejor aún. Estoy más fea que nunca. ¡Qué hermoso! ¡Cuántas arrugas y granos tengo en la cara!...
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La Bruja despertó de su sueño de varios siglos, se desperezó largamente y ya en pie se miró en el espejo y dijo: –¡Qué suerte! Estoy tan horrible como siempre. No, mejor aún. Estoy más fea que nunca. ¡Qué hermoso! ¡Cuántas arrugas y granos tengo en la cara! Soy fea, muy fea, tan fea que hasta yo misma me asusto al mirarme al espejo. ¡Magnífico! Sigo siendo, sin duda, la bruja que más aterroriza y, espero, la que más maldades comete por minuto. En esto, a decir verdad, no tengo competidoras. La bruja del cuento de Blancanieves al lado mío es un poroto. ¿Qué digo? Un microbio. Yo soy una Superbruja: la bruja más bruja. Y, colocándose en la cabeza el bonete de bruja, agregó: –Hoy me levanté muy enojada y rabiosa ¡Qué bueno! tengo muchas ganas de hacer los peores hechizos, los más malignos. Voy a echar primero una mirada para ver cómo anda el mundo. La última vez que me dormí, los hombres se deleitaban quemando brujas en la hoguera. Quizás ahora haya mejorado nuestra situación laboral. La
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