AL DIA SIGUIENTE
Dos operadores del Centro de Cómputos del sector “Administración de
Personal”, Sergio A l33 y Adrián A134, miraban en las pantallas de las
computadoras la lista de los miembros que formaban los diferentes
equipos de trabajo, controlando...
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AL DIA SIGUIENTE
Dos operadores del Centro de Cómputos del sector “Administración de
Personal”, Sergio A l33 y Adrián A134, miraban en las pantallas de las
computadoras la lista de los miembros que formaban los diferentes
equipos de trabajo, controlando asistencia y puntualidad. Frente a
determinado nombre y número, una imagen representando a un
emperador romano sentado en su trono bajaba su pulgar, cada tanto
tiempo, variable en relación con las instrucciones que recibía de la línea
central: Era la señal que representaba la finalización de la función
específica que cumplía ese integante del grupo.
Sergio, que manejaba el teclado, apartó la mirada de la pantalla y
comentó:
-¿Qué tal si alteramos el programa de alguno de estos nombres?
-Sabes que no se debe, ni se puede - le replicó secamente Adrián,
sorprendido por esa salida intempestiva que variaba la normativa clásica,
inalterable, de los operadores.
- Yo probaría...
- No lo conseguirás, todo está previsto, las claves están encripta
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