Mi escuela quedaba lejos de la ciudad, no contábamos con internet, los recursos de mi profesora se
limitaba a un tablero improvisado, era raro escuchar palabras como internet, tic, innovación, por
tanto el único contacto con el mundo, era nuestro tendero...
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Mi escuela quedaba lejos de la ciudad, no contábamos con internet, los recursos de mi profesora se
limitaba a un tablero improvisado, era raro escuchar palabras como internet, tic, innovación, por
tanto el único contacto con el mundo, era nuestro tendero que viajaba al pueblo más cercano para
comprar las cosas que se necesitaban. Todos los días, antes de salir de mi casa, mamá me daba un
discurso sobre lo importante que es la educación, no sin antes obligarme a tender la cama, revisar
mis útiles, que entre otras cosas, solo eran tres: un lápiz mordido, un cuaderno cuadriculado de 80
hojas, unas tijeras, y sobre la mesa, un desayuno, mejor ni les cuento que era, eso sí, el balón de
todos mis compañeros, en total 15 estudiantes, porque mi responsabilidad era llevarlo todos los
días, sin falta, ya que las competencias de tapa-gol se aproximaban y la idea, era ganar. Ah! Por
cierto, es la primera vez que hablo contigo, mi amigo imaginario.
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