Medellín, 02 de febrero de 2015 Apreciado compañero, te comparto: El encuentro con la palabra Déjame decirte que este encuentro fue de lo más satisfactorio, el poder apropiarme de la clase y lo mejor, dejar que los niños se expresaran libremente, hizo que...
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Medellín, 02 de febrero de 2015 Apreciado compañero, te comparto: El encuentro con la palabra Déjame decirte que este encuentro fue de lo más satisfactorio, el poder apropiarme de la clase y lo mejor, dejar que los niños se expresaran libremente, hizo que revalorara mi actitud y afrontara la situación con una fluidez y destreza que logró impresionarme. Ese fue uno de los días más felices de este año, sin embargo, aun no comprendo cómo se puede convivir con niños sin tolerar el ruido, las risas, el correrío y el alboroto deslumbrante: características propias de la niñez y la alegría desbordante, sino por el contrario tratar de castrar, y castigar por divertirse; de razón que cuando crecemos nos da miedo expresarnos, nos da pena reír y a quien lo hace lo miramos con curiosidad y posiblemente envidia por ser fluido y sin tapujos. Considero que aún estamos a tiempo de no dejar suicidar o mejor resucitar el niño que llevamos dentro. Alexandra López
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