EL TUNEL
CAPITULO 36
Capítulo 36.
Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese
tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros
sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a...
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EL TUNEL
CAPITULO 36
Capítulo 36.
Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese
tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros
sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a
la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y
complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces,
y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo
estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía
a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía
correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos y
los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de
enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos
también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en
pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos
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