CAPITULO 1 Ella preguntó: ¿Regresarás? Y él contestó: En diez años. Después, lo vio marcharse y no hizo un solo gesto. Distinguió, por sobre la distancia que los separaba, los tiradores derrumbados, el pelo de niño ingobernable, la compostura todavía de un...
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CAPITULO 1 Ella preguntó: ¿Regresarás? Y él contestó: En diez años. Después, lo vio marcharse y no hizo un solo gesto. Distinguió, por sobre la distancia que los separaba, los tiradores derrumbados, el pelo de niño ingobernable, la compostura todavía de un pequeño. Sabía que correría riesgos, pero no dijo una palabra, la mirada detenida allá en la curva que le tragaba al hijo. A poco de doblar, cuando supo que había quedado fuera de la vista de su madre, Stefano se secó los ojos con la manga del saco. Después fue hasta la casa de Bruno y lo llamó. El amigo salió y su abuela se quedó en la puerta, mirando cómo se iban. Dieron unos pasos y Bruno volvió la cabeza para ver si ella seguía en la puerta, hasta que el sendero les escondió la casa. Entonces el humor empezó a cambiarles. Por el camino se les unieron Pino y Remo y, poco más tarde, uno que llevaba una acordeona y se 11a9 maba Ugo. Al atardecer, se cobijaron bajo —Algo caliente. — ¡Todos los días pasan pidiendo! —protestó ella y se
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