EPAMINONDAS Y SU MADRINA.
Había una vez una buena mujer que sólo tenía un
hijo.
Como era muy pobre quiso ponerle un gran
nombre.
Por eso le llamó Epaminondas, que es el
nombre de un antiguo general griego.
El niño tenía pues un nombre glorioso, pero...
More
EPAMINONDAS Y SU MADRINA.
Había una vez una buena mujer que sólo tenía un
hijo.
Como era muy pobre quiso ponerle un gran
nombre.
Por eso le llamó Epaminondas, que es el
nombre de un antiguo general griego.
El niño tenía pues un nombre glorioso, pero eso
no le importaba demasiado.
Su madrina le quería mucho y le daba alguna cosa
cuando Epaminondas iba a visitarla.
Un buen día la madrina le regaló un bizcocho.
- No lo pierdas, Epaminondas, no lo pierdas.
Llévatelo a casa muy apretado.
- No temas, madrina, no lo perderé.
Pero apretó la mano con tanta, tanta fuerza, que
cuando llegó a casa ya no quedaban más que
unas pocas migajas.
-¿Qué traes aquí, Epaminondas?
- Un bizcocho, madre.
-¡Un bizcocho! ¡Válgame Dios! ¿Qué has hecho de la inteligencia que te di
cuando viniste al mundo? ¿Qué maneras son esas de llevar un bizcocho?
Un bizcocho se envuelve, muy bien envuelto, en un papel de seda, y
después se mete dentro del sombrero.
Entonces te pones el sombrero y,
muy despacio y mu
Less