Suerte que no encendiste la luz.
Una chica llega a altas horas de la noche a la residencia de estudiantes donde vive, se ha quedado
hasta tarde con unas amigas y cuando llega a dormir son más de las tres.
Entra en la habitación tratando de no hacer ruido...
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Suerte que no encendiste la luz.
Una chica llega a altas horas de la noche a la residencia de estudiantes donde vive, se ha quedado
hasta tarde con unas amigas y cuando llega a dormir son más de las tres.
Entra en la habitación tratando de no hacer ruido para no despertar a su compañera de cuarto,
tampoco enciende la luz para no molestarla por lo que tiene que avanzar a oscuras empleando solo
la luz de tu teléfono móvil para no golpearse con los muebles.
Cuando se mete en la cama empieza a oír unos quejidos ahogados, la chica se queda en silencio
para escuchar mejor.
El sonido es como pequeños gritos ahogados o quejidos sin fuerza.
Se imagina
que su compañera se habrá traído a su novio al cuarto y estarán teniendo una noche apasionada, le
sorprende que no colgara una prenda de ropa en la puerta como acostumbran a hacer como señal de
que tienen “visitas”.
Pero está demasiado cansada para levantarse y buscar otro sitio donde dormir.
Sin darse cuenta cae en un profundo sueño entre
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