UN SUEÑO DE DIEZ LUSTROS
Mañana de invierno, fría y lluviosa.
Amanecer con la oscura luz del día que no
acababa de llegar.
Como todos los días, esperé acurrucada en la marquesina.
Subí,
ocupé la plaza de siempre; con el lento caminar del autobús y...
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UN SUEÑO DE DIEZ LUSTROS
Mañana de invierno, fría y lluviosa.
Amanecer con la oscura luz del día que no
acababa de llegar.
Como todos los días, esperé acurrucada en la marquesina.
Subí,
ocupé la plaza de siempre; con el lento caminar del autobús y el suave acolchado de
terciopelo del asiento, un dulce sueño se apoderó de mí…
Allí estoy, acomodada en el confortable autobús que circula lentamente por
la carretera, dejando a su izquierda el río Bedón.
Desde mi ventana puedo observar los
árboles golpeados por las gotas de lluvia y me agrada estar al abrigo cálido.
El día
comienza triste y gris.
En las diferentes paradas, jóvenes de los distintos pueblos
esperan como cada día el transporte que les llevará al instituto.
Pero, ¿quiénes son?,
¿por qué no suben los estudiantes que lo hacen otros días?, ¿por qué van vestidos de
manera tan rara? No soy capaz de responder a estas preguntas y, mientras tanto, ellos
parecen ignorarme, como si no se dieran cuenta de mi prese
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