Lunes 11 de febrero
Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para
estar en condiciones de jubilarme.
Debe hacer por lo
menos cinco años que llevo este cómputo diario de mi
saldo de trabajo.
Verdaderamente, ¿preciso tanto el
ocio? Yo me digo que no, que...
More
Lunes 11 de febrero
Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para
estar en condiciones de jubilarme.
Debe hacer por lo
menos cinco años que llevo este cómputo diario de mi
saldo de trabajo.
Verdaderamente, ¿preciso tanto el
ocio? Yo me digo que no, que no es el ocio lo que preciso sino el derecho a trabajar en aquello que quiero.
¿Por ejemplo? El jardín, quizá.
Es bueno como descanso activo para los domingos, para contrarrestar la
vida sedentaria y también como secreta defensa contra mi futura y garantizada artritis.
Pero me temo que
no podría aguantarlo diariamente.
La guitarra, tal vez.
Creo que me gustaría.
Pero debe ser algo desolador
empezar a estudiar solfeo a los cuarenta y nueve años.
¿Escribir? Quizá no lo hiciera mal, por lo menos la
gente suele disfrutar con mis cartas.
¿Y eso qué? Imagino una notita bibliográfica sobre «los atendibles valores de ese novel autor que roza la cincuentena» y la
mera posibilidad me causa repugnancia.
Que yo me
sienta, todavía hoy,
Less