EDITORIAL DE EL PAÍS
Desde 1976, los Presupuestos del Estado han sido discutibles en muchos casos, engañosos en varias
ocasiones y a veces totalmente irrelevantes como instrumentos de política económica.
Pero pocas
veces han sido tan confusos y mal...
More
EDITORIAL DE EL PAÍS
Desde 1976, los Presupuestos del Estado han sido discutibles en muchos casos, engañosos en varias
ocasiones y a veces totalmente irrelevantes como instrumentos de política económica.
Pero pocas
veces han sido tan confusos y mal estructurados como los de 2013, hasta el punto de que
probablemente se conviertan en un factor de descrédito, uno más, para la gestión económica del
Gobierno.
En un primer análisis, están cuadrados con la exigencia primordial de respetar los
intereses de la deuda (aumentarán en 10.
000 millones entre 2012 y 2013, a pesar de la dedicación
exclusiva del Gobierno a “garantizar la estabilidad presupuestaria”) y salvar los gastos sociales
imprescindibles (pensiones sobre todo), mientras que el resto de las partidas se anota de manera
arbitraria, bien suponiendo recortes que difícilmente llegarán a conseguirse o bien apuntando
ingresos que nunca llegarán.
El presupuesto de 2013 tiene dos déficits: el estrictamente financiero,
que establece la d
Less