Un millón de aplicaciones
Una amiga de Adolfo le dice que su hija de 10 años toma unas fotos increíbles.
El
le dijo que las quería ver.
el las miro en silencio, ni elogiando ni criticando porque
la cosa no se trata de romperle la ilusión a la madre .
el...
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Un millón de aplicaciones
Una amiga de Adolfo le dice que su hija de 10 años toma unas fotos increíbles.
El
le dijo que las quería ver.
el las miro en silencio, ni elogiando ni criticando porque
la cosa no se trata de romperle la ilusión a la madre .
el pensó que cómo no va a
tomar buenas fotos, si usa Instagram.
El asunto con ese tipo de aplicaciones es que venden la sensación de tener una
habilidad de la que carecemos.
Les entregamos nuestra capacidad para demostrar
lo que pensamos Y tienen razón esas corporaciones, somos una jartera de
personas, inmaduras, egocéntricas, incapaces de expresarnos sin ayuda.
Nuestros billetes, en cambio, tienen el carisma del que carecemos.
Ocurre con Guitar Hero, por ejemplo: sabe uno hundir tres teclas de esa guitarra
de mentiras y ya es Clapton.
Instagram es la aplicación ideal para los sensibles sin
talento.
Le toma usted foto a unos espaguetis, le pone un filtro de esos y queda
como un retrato hecho por Herbert Ritts.
Se lo quita y queda
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