EL ZORRO Y LA CIGÜEÑA
El viento murmuraba suavemente entre las hojas y mecía las margaritas
que punteaban el claro del bosque.
El día era hermoso.
El zorro y la
cigüeña, sentados sobre la fresca hierba, almorzaban.
El zorro, que era
el dueño de la casa,...
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EL ZORRO Y LA CIGÜEÑA
El viento murmuraba suavemente entre las hojas y mecía las margaritas
que punteaban el claro del bosque.
El día era hermoso.
El zorro y la
cigüeña, sentados sobre la fresca hierba, almorzaban.
El zorro, que era
el dueño de la casa, engullía afanosamente la sopa de uno de los platos
en que la había servido.
Pero el solemne pájaro que era su invitado
estaba sentado cortésmente ante su plato, pero por mucho que lo
intentara apenas lograba atrapar algunas gotas.
Cuando el zorro, con su larga lengua flexible, se comió los dos platos de
sopa hasta no dejar nada en ellos, se relamió y dijo:
-¡Qué buena cena!
Él hizo chasquear sus labios ruidosamente.
-¡Muy buena la cena!-repitió-.
Lamento que no hayas comido más.
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