La montaña mágica
Eric salió de la escuela y se adentró por las intrincadas calles del Barrio Gótico;
calles que presentaban una atmósfera mágica con la última luz del día.
Las
hojas muertas de los plátanos crujían bajo sus pies.
Eric observó...
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La montaña mágica
Eric salió de la escuela y se adentró por las intrincadas calles del Barrio Gótico;
calles que presentaban una atmósfera mágica con la última luz del día.
Las
hojas muertas de los plátanos crujían bajo sus pies.
Eric observó estremecido,
mientras caminaba y tañían las campanas de alguna iglesia, las amenazantes
gárgolas que remataban en voladizo la muralla, y sobre la marcha, deslizó la
mirada hacia los pináculos de la catedral, recortados entre un cielo ataviado
con nubarrones plomizos.
Un tanto inquieto, aceleró el paso hasta plantarse frente el escaparate de una
librería de viejo.
Cuando abrió la puerta, tintineó una campanilla.
-Hola, Eric –le saludó risueño el librero; un anciano con una poblada barba
blanca y unos ojos de un azul límpido como la superficie refulgente del mar
bajo el influjo de un sol radiante.
-Buenas tardes, señor Antonio –dijo el chico mientras cerraba la puerta.
Una iluminación tenue, ámbar, envolvía la pequeña y acogedora tienda; un
l
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