S
iempre me ha gustado la
playa.
Me gustan especialmente las que tienen oleaje;
Santa Teresa es mi favorita.
Es la sensación de la playa antes
de oscurecer, pero con unos rayos de luz aún asomándose entre
la noche que llega.
El aire se empieza a enfriar...
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S
iempre me ha gustado la
playa.
Me gustan especialmente las que tienen oleaje;
Santa Teresa es mi favorita.
Es la sensación de la playa antes
de oscurecer, pero con unos rayos de luz aún asomándose entre
la noche que llega.
El aire se empieza a enfriar y todo está más
tranquilo que en cualquier otro
instante anterior.
Al caminar al
lado del mar, se hunden los pies
en la arena húmeda, especialmente en el momento en el que
los pies quedan cubiertos por el
frío líquido.
El agua sigue su curso; las olas van y vienen con un
sonido relajante y naturalmente
poderoso.
Cuando el mar se viste
de
Lo que más me gusta de todo
ese cuadro es el momento preciso después de que las olas revientan, en el que las aguas se
visten de blanco y el mar queda
en silencio por un pequeño fragmento de tiempo.
Aunque esto
siempre me ha me ha gustado,
hasta hace poco ha causó una
pequeña interrogante en mí…
¿por qué razones me gusta tanto
la espuma del mar? Al hacer un
recuento y ponerme a investigar,
descub
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