“LA HISTORIA”
La llorona:
Los cuatros sacerdotes aguardaban espectantes.
Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde
señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos
silenciosos bajaban en...
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“LA HISTORIA”
La llorona:
Los cuatros sacerdotes aguardaban espectantes.
Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde
señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos
silenciosos bajaban en busca de los gordos ajolotes.
Después confrontaban el movimiento de las constelaciones estelares para determinar la hora, con sus
profundos conocimientos de la astronomía.
De pronto estalló el grito.
.
.
.
Era un alarido lastimoso, hiriente, sobrecogedor.
Un sonido agudo como escapado de la garganta de una
mujer en agonía.
El grito se fue extendiendo sobre el agua, rebotando contra los montes y enroscándose en
las alfardas y en los taludes de los templos, rebotó en el Gran Teocali dedicado al Dios Huitzilopochtli, que
comenzara a construir Tizoc en 1481 para terminarlo Ahuizotl en 1502 si las crónicas antiguas han sido bien
interpretadas y parecio quedar flotando en el maravilloso palacio del entonces Emperador Moctezuma
Xocoyótzi
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