ESCENA UNO
Cuando se cuelgan miles de enramadas y cuerdas dentro de una multitud de aromas y
señales probablemente se tenderá a decir que es inaceptable que las orillas de los
labios se queden sin resurrección alguna, teniendo en cuenta que esos hilos los...
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ESCENA UNO
Cuando se cuelgan miles de enramadas y cuerdas dentro de una multitud de aromas y
señales probablemente se tenderá a decir que es inaceptable que las orillas de los
labios se queden sin resurrección alguna, teniendo en cuenta que esos hilos los
pueden formar miles de palabras y esas enramadas son las formas características de
ciertas imágenes diseñadas por los sistemas de signos que las entrelazan, por eso,
la risa suele ser el mejor de los afrodisiacos, y acompañados por otros como un
tanto de buen vino cabernet sauvignon y una ligera pieza de baile, puede generar la
mejor de las compañías, teniendo en cuenta la disposición de quien entremezcla
aquellos placeres con versos preservables, a veces inconscientes pero
definitivamente inocentemente acomodados.
Es así como las mañanas cuando huelen a óxido generan no tantas alegrías como
cuando su olor es a lavanda, quizá a pino o en el mejor de los casos a campos de
fresa para siempre, y como las noches solo generan risas cuando
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