La muñeca enterrada
Mi amiga Clara y yo, vivíamos en el mismo pueblo, y esa
tarde habíamos quedado para tomar muestras de tierra para
un trabajo que debíamos hacer en clase de Biología.
Nos
entretuvimos mucho hablando y jugando sin darnos cuenta
de que...
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La muñeca enterrada
Mi amiga Clara y yo, vivíamos en el mismo pueblo, y esa
tarde habíamos quedado para tomar muestras de tierra para
un trabajo que debíamos hacer en clase de Biología.
Nos
entretuvimos mucho hablando y jugando sin darnos cuenta
de que empezaba a caer la noche sobre los solitarios campos
de Montejícar.
Dándonos prisa excavamos por diferentes
lugares para recoger la tierra.
En un inesperado instante mi
amiga gritó: ¡mira lo que hay aquí! y efectivamente, había
algo.
Era una muñeca.
Era aterradora, todo hay que decirlo:
pelo rojo, ojos casi desencajados, y lo más chocante era su
profunda seriedad, algo extraño en muñecas para niñas.
Allí
se hallaba semienterrada y vestida de blanco.
Pero en fin, allí
se quedó.
Al emprender de nuevo el camino a casa, Clara,
empezó a sentirse mal.
Yo la cogí de la mano y nos fuimos al
pueblo hasta llegar a su casa.
Fue la última vez que la vi
viva.
Esa misma noche, 1 hora después, más o menos, su
madre llamó muy tarde a casa llo
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