El beso en la Plaza Grande
Mirando sus ojos, me distraje para ver las palomas de la plaza
grande volar al cielo azul manchado de nubes con ganas de llorar.
Corrimos como si la estatua hubiera soltado al león, pero el llanto
triste del cielo quiteño...
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El beso en la Plaza Grande
Mirando sus ojos, me distraje para ver las palomas de la plaza
grande volar al cielo azul manchado de nubes con ganas de llorar.
Corrimos como si la estatua hubiera soltado al león, pero el llanto
triste del cielo quiteño nos detuvo para amarnos.
La carita de Dios
lloró una vez más al ver como un beso sella para siempre una
historia de amor.
Escuchando “canción del alma” de Segundo
Rosero, Quito nos vio partir.
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