PECADO DE OMISION
Ana María Matute
A los trece años se le murió la madre, que era lo último que
le quedaba.
Al quedar huérfano ya hacía lo menos tres años que no acudía a la escuela, pues tenía
que buscarse el jornal de un lado para otro.
Su único...
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PECADO DE OMISION
Ana María Matute
A los trece años se le murió la madre, que era lo último que
le quedaba.
Al quedar huérfano ya hacía lo menos tres años que no acudía a la escuela, pues tenía
que buscarse el jornal de un lado para otro.
Su único pariente era un primo de su padre, llamado
Emeterio Ruiz Heredia.
Emeterio era el alcalde y tenía una casa de dos pisos asomada a la plaza
del pueblo, redonda y rojiza bajo el sol de agosto.
Emeterio tenía doscientos cabezas de ganado
paciendo por las laderas de Sagrado, y una hija moza, bordeando los veinte, morena, robusta, riente
y algo necia.
Su mujer, flaca y dura como un chopo, no era de buena lengua y sabía mandar.
Emeterio Ruiz no se llevaba bien con aquel primo lejano, y a su viuda, por cumplir, la ayudó
buscándole jornales extraordinarios.
Luego, al chico, aunque lo recogió una vez huérfano, sin
herencia ni oficio, no le miró a derechas.
Y como él los de su casa.
La primera noche que Lope durmió en casa de Emeterio, lo hizo
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