1ª PARTE
Érase una vez, hace mucho tiempo, construyeron en Gran Bretaña,
del año 122 al 133 un muro hecho con piedras, en honor al
Emperador Adriano.
Puesto que así se llamaba, pusieron este
nombre al muro: Hadrian’s Wall.
Tras sus grandes, pesadas, y...
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1ª PARTE
Érase una vez, hace mucho tiempo, construyeron en Gran Bretaña,
del año 122 al 133 un muro hecho con piedras, en honor al
Emperador Adriano.
Puesto que así se llamaba, pusieron este
nombre al muro: Hadrian’s Wall.
Tras sus grandes, pesadas, y altas
murallas habitaban los británicos, que poseían el diamante más
grande y brillante de todo el mundo.
Siempre estaba escondido y
nunca lo sacaban de su sitio.
Nadie se podía fiar de nadie.
Solamente sabía dónde estaba el Emperador Adriano y éste era el
único que sabía la contraseña para poder entrar allí.
Los habitantes
de Gran Bretaña también guardaban un secreto muy importante:
fueron los primeros en descubrir la tecnología y también fueron los
más avanzados en ella.
Por eso, donde el Emperador guardaba su
diamante era en una guarida secretísima, en el centro de la
mismísima muralla, bajo el subsuelo en una guarida subterránea.
Para entrar en la cámara donde se encontraba el diamante, había
que seguir estos pasos:
Primero: s
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