Que bueno sería administrar una organización deportiva con pleno respaldo. Con unidad de mando. Con autoridad y poder. Íntimamente, como con un cheque en blanco. Pero mejor <No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás...
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Que bueno sería administrar una organización deportiva con pleno respaldo. Con unidad de mando. Con autoridad y poder. Íntimamente, como con un cheque en blanco. Pero mejor <No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismo> (Filipenses 2:3.). Bajo tu liderazgo, la organización o el proyecto deportivo pueden llegar a la cumbre del poder. El toque culminante pueden ser los resultados exitosos: una medalla olímpica, un titulo mundial, un crecimiento y posicionamiento personal y organizacional, una expansión territorial y de alcance. Pero hay enemigos en el camino, obstáculos que de no ser eliminados (no solo separados y cuyos remanentes pueden afectar) lo alejan de tu propósito verdadero. De tu fin último. No permitas que tu corazón se divida; tampoco sus gobernados. Para no ver la decadencia, mejor es un esfuerzo que vale la pena: “ver lo invisible y oír lo inaudible”, bajando para subir.
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