La publicidad nos hace vivir en un mundo de espectros y de fantasías que nos
disfrazan de realidades, realidades que ocultan lo que verdaderamente pasa, que
nos hipnotizan, nos programan para vivir en una sociedad llena de deseos
interrumpidos, de cosas que...
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La publicidad nos hace vivir en un mundo de espectros y de fantasías que nos
disfrazan de realidades, realidades que ocultan lo que verdaderamente pasa, que
nos hipnotizan, nos programan para vivir en una sociedad llena de deseos
interrumpidos, de cosas que sabemos que nunca vamos a conseguir, pero que
soñamos con algún día alcanzar.
Detrás de todo esto encontramos las verdaderas
intenciones de los dueños de todas esas grandes empresas que lo único que
buscan es aumentar sus capitales a costas de las debilidades, inseguridades y
falencias que todas las personas tenemos en uno o en otro sentido, porque todos
y cada uno de nosotros tenemos algún lado débil que nos hace caer y creer las
tentaciones que nos pintan.
Así mismo como nos lo plantea William Ospina “La publicidad cotidianamente nos
vende una idea del mundo de la cual tienden a estar excluidos todos los
elementos negativos, peligrosos o inquietantes de la realidad.
Bellos jóvenes
atléticos y felices pueblan ese universo de pap
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