V
Lunes mañana.
Sonó el despertador y de un manotazo lo envió al fondo de la
habitación.
¿Qué hora era? ¿Qué día era? Lunes, ¡maldito lunes! Haciendo
grandes esfuerzos se incorporó de la cama.
La cabeza le daba vueltas y sentía
unas terribles náuseas....
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V
Lunes mañana.
Sonó el despertador y de un manotazo lo envió al fondo de la
habitación.
¿Qué hora era? ¿Qué día era? Lunes, ¡maldito lunes! Haciendo
grandes esfuerzos se incorporó de la cama.
La cabeza le daba vueltas y sentía
unas terribles náuseas.
Sentado todavía en la cama miró alrededor con gran
esfuerzo.
Sus párpados estaban como pegados y su boca seca y pastosa.
La
poca luz que entraba en su habitación desde la ventana, con la persiana medio
baja, le molestaba terriblemente.
Tenía ganas de chillar ¡que alguien apague la
luz! Pero la luz no se iba a apagar.
Mal iríamos si se apagara el sol.
Parecía
que por su habitación había pasado un tsunami.
Nada estaba en su lugar.
En
su cabeza, había pasado una aplanadora.
Poco a poco fue recordando la
noche anterior.
Llegó a casa a eso de las once.
Todos habían cenado y él dijo
que también.
En realidad no tenía hambre así que tanto daba.
Tiró la chupa al
suelo, el suéter, los tejanos y se arrastró hasta la cama, no sin ante
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