É
rase una vez un babuino llamado Babuino que daba su paseo diario por la selva.
En el
camino se encontró con su amigo don Gibón.
— Mi buen amigo, —dijo don Gibón—, ¡cuánto me choca verte con el paraguas
abierto sobre la cabeza en un día de sol como...
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É
rase una vez un babuino llamado Babuino que daba su paseo diario por la selva.
En el
camino se encontró con su amigo don Gibón.
— Mi buen amigo, —dijo don Gibón—, ¡cuánto me choca verte con el paraguas
abierto sobre la cabeza en un día de sol como el que hoy hace!
— Sí —dijo Babuino—, y estoy de lo más fastidiado.
No puedo cerrar este
estúpido paraguas.
Se ha atascado .
Y no me decido a salir sin él por si llueve.
Pero, como ves, con esta sombra encima no disfruto del sol.
Es una pesadez.
— La solución es bien sencilla —dijo don Gibón—.
No tienes más que abrir unos
cuantos agujeros en tu paraguas.
Entonces te dará el sol.
— ¡Qué buena idea! — exclamó Babuino—.
Muchas gracias.
Babuino volvió corriendo a casa, echó mano a las tijeras y abrió grandes agujeros en
la tela de su paraguas.
Cuando Babuino volvió a su paseo, la cálida luz penetró por
las aberturas que había hecho.
— ¡Qué delicia! — exclamó Babuino—.
Pero el sol desapareció detrás
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