El incendio del Palacio Folena
Recuerdo cuando dirigía un diario.
Una noche estalló un incendio.
Llamé al
ordenanza.
- ¿D’artagnan?
- En realidad el ordenanza se llamaba Julio, pero como trabajaba en un
diario político había creído oportuno adoptar un...
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El incendio del Palacio Folena
Recuerdo cuando dirigía un diario.
Una noche estalló un incendio.
Llamé al
ordenanza.
- ¿D’artagnan?
- En realidad el ordenanza se llamaba Julio, pero como trabajaba en un
diario político había creído oportuno adoptar un seudónimo.
-Llama al redactor de los incendios.
Esclavo de su reloj, el redactor de incendios se iba a su casa puntualmente a
las diez, aunque el mundo se hundiera.
¡Peor para los incendios que ocurrieran
fuera de su horario!
-Bueno, llame entonces al redactor especializado en catástrofes.
-Está enfermo.
- Pues ¿quién está en la redacción?
-El cronista de sociales.
-Vaya, qué bien, llámelo.
Un minuto después se presentó el cronista de sociales.
- ¡Rápido! -le dije- vaya a escribirme un informe sobre el incendio del Palacio
Folena.
- ¡Pero señor, yo soy el cronista de sociales, señor!
- ¡No hay pero que valga! No tengo a más nadie a quien mandar.
-No sabría por donde empezar.
-Escriba lo que vea ¿o no tiene ojos? Rápido, tóme
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