Celebraron con jubilosa exitación la llegada del día estipulado.
Nada en su
entorno envidenciaba cambio alguno, ni llegado ni por venir, sólo un círculo
rojo marcado en el calendario para que no cayese en el olvido.
Santiago observa
la imagen que el...
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Celebraron con jubilosa exitación la llegada del día estipulado.
Nada en su
entorno envidenciaba cambio alguno, ni llegado ni por venir, sólo un círculo
rojo marcado en el calendario para que no cayese en el olvido.
Santiago observa
la imagen que el espejo del cuarto del baño le devuelve.
Una estampa ojerosa,
despeinada, de barba incipiente, el sueño aún marcado en el semblante, todavía
en pijama.
El aroma a café impregna la casa entera.
Es su primera vez.
La
primera vez que ha puesto café y agua en la cafetera llevando a cabo un ritual,
hasta ahora ajeno, asociado habitualmente a las labores matinales de Carmen,
quien termina de arreglarse en el dormitorio, maldiciendo la torpeza inducida
por las prisas, los nervios alentados por la incertidumbre que ocasiona lo
novedoso, a lo que le aguarda a partir de ese día que ambos han elegido al azar.
Bien podía haber sido otro el marcado con un círculo en el calendario pero eso
carecía de importancia, lo realmente destacable es que el c
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