La maldad y la indolencia del terrorismo no tuvieron límites la
mañana del jueves 11 de marzo de 2004.
Una decena de
bombas estallaron casi simultáneamente en cuatro trenes
suburbanos que estaban a punto de llegar a la estación de
Atocha, en el corazón de...
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La maldad y la indolencia del terrorismo no tuvieron límites la
mañana del jueves 11 de marzo de 2004.
Una decena de
bombas estallaron casi simultáneamente en cuatro trenes
suburbanos que estaban a punto de llegar a la estación de
Atocha, en el corazón de Madrid.
El mundo se cubrió de luto: 191 muertos y cerca de 1.
700
heridos, entre éstos, trabajadores y estudiantes de trece
nacionalidades.
El sufrimiento no se detuvo, la naturaleza no perdonó a Asia
el 26 de diciembre de 2004, continente estremecido por un
terremoto que desencadenó bestiales tsunamis que borraron
literalmente del mapa islas, playas y poblados, dejándolos
sumergidos en una densa capa de lodo, agua y cerca de
300 mil cadáveres.
Venezuela, Francia y Colombia tampoco salieron ilesas del
dolor,la angustia y la tragedia en 2005,cuando el avión West
Caribbean, que volaba de Panamá con destino a la isla
francesa de Martinica, se precipitó a tierra en la población
de Machiques de Perijá, en el estado Zulia, apagando la
fel
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