Era un hombre en renovación permanente; luchador incansable: afrontaba los
golpes y seguía adelante, constante en sus proyectos, luchas y esfuerzos; con
fobia a la muerte, pero con la esperanza cristiana como gran dinamismo de
vida; cordial y noble, adusto,...
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Era un hombre en renovación permanente; luchador incansable: afrontaba los
golpes y seguía adelante, constante en sus proyectos, luchas y esfuerzos; con
fobia a la muerte, pero con la esperanza cristiana como gran dinamismo de
vida; cordial y noble, adusto, parecía de mal genio; polémico, decía lo que
pensaba.
Poseía un profundo amor por Colombia, un apego grande a todo lo que fuera
colombiano; luchador incansable por la paz; daba pasos audaces para buscar
soluciones a problemas individuales y colectivos
Los primeros diez años de sacerdocio los dedicó a la formación de sacerdotes,
en los seminarios de Santa Rosa y Jericó (Antioquia), Mérida (Venezuela),
Cartagena, Pamplona, San José de Miranda (Santander) y Cali, en las cátedras
de filosofía, latín y griego.
El 10 de octubre de 1950 se traslado a la Casa
General de los en Roma, al ser admitido como estudiante de filosofía en la
Universidad Gregoriana.
Los jueves asistía a las reuniones de la acción católica
y a las conferencias sobr
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