Bogotá, D.
C.
Capital de la República de Colombia.
Las crónicas
de viajeros precursores en los dos siglos precedentes subrayan la
misma sorpresa que se tiene hoy desde el avión, ante lo
inesperado del paisaje cuando se sobrevuela la ciudad.
La Sabana...
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Bogotá, D.
C.
Capital de la República de Colombia.
Las crónicas
de viajeros precursores en los dos siglos precedentes subrayan la
misma sorpresa que se tiene hoy desde el avión, ante lo
inesperado del paisaje cuando se sobrevuela la ciudad.
La Sabana
(como se denomina familiarmente la planicie donde se asienta
Bogotá), tiene poco en común con el trópico radiante que muchos
creerían encontrar y que en efecto predomina en la mayor parte de
Colombia.
En contraste con el verdor húmedo y abigarrado de las selvas; o
con las vertientes andinas cubiertas por cafetales, plátano y
yarumos; o con los valles y llanuras bajas, donde la reverberación
del calor impide la limpidez visual, la Sabana es plana, plácida y
casi siempre transparente.
Clima frío; poca humedad; colores en
tonos suaves; campos que se alternan entre cebada, papa, maíz,
hortalizas, flores de exportación y hatos lecheros, hasta el último
rincón de sus casi cinco mil Kilómetros cuadrados, entre cotas de
2.
600 a 2.
800 metros
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