Había una vez una niña muy
bonita.
Su madre le había hecho
una capa roja y la muchachita la
llevaba tan a menudo que todo el
mundo la llamaba Caperucita
Roja.
Un día, su madre le pidió que
llevase unos pasteles a su abuela
que vivía al otro lado...
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Había una vez una niña muy
bonita.
Su madre le había hecho
una capa roja y la muchachita la
llevaba tan a menudo que todo el
mundo la llamaba Caperucita
Roja.
Un día, su madre le pidió que
llevase unos pasteles a su abuela
que vivía al otro lado del bosque,
recomendándole que no se
entretuviese por el camino, pues
cruzar el bosque era muy
peligroso, ya que siempre andaba
acechando por allí el lobo.
Caperucita Roja recogió la cesta
con los pasteles y se puso en
camino.
La niña tenía que
atravesar el bosque para llegar a
casa de la Abuelita, pero no le
daba miedo porque allí siempre se
encontraba con muchos amigos:
los pájaros, las ardillas.
.
.
De repente vio al lobo, que era
enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le
preguntó el lobo con su voz
ronca.
- A casa de mi Abuelita- le dijo
Caperucita.
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