CAMELIAS PARA EL HERMANO
A veces pienso que hasta cuándo voy aguantar en esta casa, día tras día, siempre lo
mismo, y con mi madre diciendo qué te quedes allá ¡condenada de los demonios!, ¿a
dónde vas a estar mejor que en esa casa sin señora?, ¡si es que...
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CAMELIAS PARA EL HERMANO
A veces pienso que hasta cuándo voy aguantar en esta casa, día tras día, siempre lo
mismo, y con mi madre diciendo qué te quedes allá ¡condenada de los demonios!, ¿a
dónde vas a estar mejor que en esa casa sin señora?, ¡si es que más que mi hija, pareces
un castigo de mi Dios! Pero, si me quedo es por el señor que a cada rato me anda
diciendo que Carmen, no sé que hubiera hecho sin usted.
Es lo único que me dice y
vuelta a trabajar en la florería.
Por él me quedo, y nada más que por él que me habla
como si yo fuera una persona y no como mi madre que coge el teléfono y es siempre para
insultar.
Por él sigo aquí conmigo misma y nadie más que pueda escucharme para no dar
más vueltas a esta cabeza que más parece una noria moliendo paja que una mollera para
pensar y ver y volver a vivir ese recuerdo del señor cuando cogió el crucifijo de mi
mesilla, lo puso frente a mis ojos y me gritó que ¡Júramelo, Carmen! Y yo qué le voy a
jurar señor, si no he
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