Instrucciones para emborronar la hipoteca
(Marta Sanz)
Los que hemos leído sabemos que una de las escenas culminantes de Caperucita
Roja es esa en la que la niña encuentra un poco rara a la abuelita que la espera en la cama.
La recorre de arriba abajo y se...
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Instrucciones para emborronar la hipoteca
(Marta Sanz)
Los que hemos leído sabemos que una de las escenas culminantes de Caperucita
Roja es esa en la que la niña encuentra un poco rara a la abuelita que la espera en la cama.
La recorre de arriba abajo y se interesa por el tamaño de los ojos, de las manos, de las
orejas, hasta que por fin llega a la boca y, ante la afirmación –que es realmente una
pregunta–: “Abuelita, qué boca más grande tienes”, el lobo, embozado de viejecita entre
puntillas, exclama: para comerte mejor.
Cuando a mí me preguntan para qué o por qué leer, siento la tentación de gritar,
un poco babeante y ávida: “Para comerte mejor”.
Y para besarte mejor y para tocarte
mejor y para separar el grano de la paja y saber cómo se hacen por dentro de los
discursos, como los bollos de la bruja, esta vez, de la casita de chocolate, los discursos
que parecen dulces o intrascendentes, los que ya ni siquiera oímos y, sin embargo, están
por encima o por debajo de las cosas.
“Por
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