FUNES, EL MEMORIOSO
JORGE LUIS BORGES
Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la
tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano,
viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara...
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FUNES, EL MEMORIOSO
JORGE LUIS BORGES
Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la
tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano,
viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de
la noche, toda una vida entera.
Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente
remota, detrás del cigarrillo.
Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzado.
Recuerdo
cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana
de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre.
Recuerdo claramente su voz;
la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora.
Más de tres veces no lo vi; la última, en 1887.
.
.
Me parece muy feliz el proyecto de que
todos aquellos que lo trataron escriban sobre él; mi testimonio será acaso el más breve y
sin duda el más pobre, pero no el menos imparcial del volumen que ed
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