1. Escoger y justificar la acción
Sólo los humanos somos capaces de escoger nuestra acción. Por acción no entendemos
todo aquello que hacemos (hacer la digestión, respirar o caer enfermo no son acciones),
sino aquella actividad que hacemos de una forma...
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1. Escoger y justificar la acción
Sólo los humanos somos capaces de escoger nuestra acción. Por acción no entendemos
todo aquello que hacemos (hacer la digestión, respirar o caer enfermo no son acciones),
sino aquella actividad que hacemos de una forma consciente y voluntaria. Desde esta
determinada perspectiva, los animales no realizan acciones; su conducta no es consciente
ni voluntaria, sino genéticamente determinada. Ciertamente, los humanos estamos
genéticamente condicionados, pero hemos llegado, en nuestro proceso evolutivo, a ser
capaces de interponer el pensamiento entre el estímulo y la respuesta.
La conducta animal tiende a ser programada, automática: el estímulo y la propia biología
determinan unívocamente y sin error la respuesta.
La conducta humana a menudo es parecida a la conducta
animal, pero el ser humano —un organismo bastante más complejo— necesita hacerse
cargo de la situación y escoger una de les diferentes posibilidades. Con su libertad y
responsabilidad, le es pr
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