Acaso el primer negociante al que se pueda denominar “empresario cinematográfico”, con actividades en numerosas plazas andaluzas, sea Antonio de la Rosa y Villatoro. Sobre su nacimiento y ascendencia se ha especulado lo suficiente como para situar su patria...
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Acaso el primer negociante al que se pueda denominar “empresario cinematográfico”, con actividades en numerosas plazas andaluzas, sea Antonio de la Rosa y Villatoro. Sobre su nacimiento y ascendencia se ha especulado lo suficiente como para situar su patria chica en zonas diferentes a Andalucía. Su prolongada estancia en Sevilla, su habitual domicilio en Cádiz, la proliferación de sus negocios en localidades anejas a las mencionadas capitales, los documentos firmados por él en dependencias municipales, etc, permiten constatar una ajetreada vida profesional. Su capacidad empresarial y, sobre todo, sus aptitudes para las relaciones públicas le permitieron proteger sus empresas, conseguir
frecuentemente buena imagen en los medios de comunicación y orientar su vocación política en beneficio de sus propios intereses. El barroco membrete de sus cartas, donde incorpora su propio retrato, es simbólico ejemplar de su exuberante personalidad.
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