Confesiones de un viejo indecente
Por Rodolfo Palacios.
En esta pequeña pieza de inquilinato, que huele a productos de
limpieza, caben pocas cosas: una mesa, tres sillas de plástico, una
radio a pilas, una garrafa, un foquito, dos botellas de whisky...
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Confesiones de un viejo indecente
Por Rodolfo Palacios.
En esta pequeña pieza de inquilinato, que huele a productos de
limpieza, caben pocas cosas: una mesa, tres sillas de plástico, una
radio a pilas, una garrafa, un foquito, dos botellas de whisky nacional,
cuatro vasos, dos platos, dos tenedores, dos cuchillos, tres cucharas,
una cocinita, una heladera, una escoba, una pala, un catre.
También
hay dos estantes con 53 libros, cuatro perchas con dos camperas, un
saco y cinco camisas planchadas, una caja con un par de zapatillas,
dos pares de zapatos y tres cajones con más ropa.
En esta pieza
también cabe un viejo de 81 años, pobre, encorvado, panzón, petiso,
calvo, que viste una camisa, dos pulóveres, un pantalón color caqui y
zapatillas viejas.
También caben tres carpetas llenas de expedientes,
recortes de diarios, frases bíblicas, diez copias de los Diez
Mandamientos, un poema de Almafuerte.
Repartidas en los folios,
como enigmas sin resolver, están las fotos de los enemigos del
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