NOVIEMBRE 2i
El patio de la casa de mi abuela materna también es mi patio.
En noviembre
cuando el cielo ya cansado de dejar caer tanta agua, cuando árboles y plantas no
resisten la humedad extrema en sus raíces es cuando se anuncia la etapa final del
año...
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NOVIEMBRE 2i
El patio de la casa de mi abuela materna también es mi patio.
En noviembre
cuando el cielo ya cansado de dejar caer tanta agua, cuando árboles y plantas no
resisten la humedad extrema en sus raíces es cuando se anuncia la etapa final del
año con el verano a cuestas que durará cinco largos meses.
En esos días el verde
es más verde y las flores dejan escapar entre sus colores un suave perfume: el
aroma floral del Azahar de la India se mezcla con el de algunas rosas y estos dos
con el de los heliotropos y gardenias, y estos olores a su vez se mezclan con el de
las comidas que salen a sus horas exactas cada mañana, medio día y noche
durante el año completo.
Los olores fundamentales de la casa son una mezcla de
todo lo que en ella hubo y hay, de sus recuerdos, de sus realidades visibles e
invisibles que una y otra vez se encuentran entre dimensiones atrayendo
memorias, nostalgias, lágrimas y sonrisas.
Esa mañana cuando llegué a la casa
de mi abuela, allí en el espacio natal
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