Había una vez, en pleno invierno, una
reina que se dedicaba a la costura
sentada cerca de una venta-na con marco
de ébano negro.
Los copos de nieve caían
del cielo como plumones.
Mirando nevar
se pinchó un dedo con su aguja y tres
gotas de sangre cayeron...
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Había una vez, en pleno invierno, una
reina que se dedicaba a la costura
sentada cerca de una venta-na con marco
de ébano negro.
Los copos de nieve caían
del cielo como plumones.
Mirando nevar
se pinchó un dedo con su aguja y tres
gotas de sangre cayeron en la nieve.
Como el efecto que hacía el rojo sobre la
blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.
-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como
la nie-ve, tan roja como la sangre y tan
negra como la madera de ébano!
Poco después tuvo una niñita que era tan
blanca como la nieve, tan encarnada
como la sangre y cuyos cabellos eran tan
negros como el ébano.
Por todo eso fue llamada Blancanieves.
Y
al na-cer la niña, la reina murió.
Un año más tarde el rey tomó otra esposa.
Era una mujer bella pero orgullosa y
arrogante, y no po-día soportar que nadie
la superara en belleza.
Tenía un espejo
maravilloso y cuando se ponía frente a él,
mirándose le preguntaba:
¡Espejito,espejito de mi habitación!
¿Quién es la más hermosa de esta
región?
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