LOS MELLIZOS
A veces él me insinuaba que yo era un bastardo y yo le
decía
que escuchara a Brahms, que aprendiera a pintar y beber
y no ser dominado por mujeres ni dólares
pero sólo me gritó: ¡Por el amor de Dios, recuerda a
tu madre, recuerda a tu patria,...
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LOS MELLIZOS
A veces él me insinuaba que yo era un bastardo y yo le
decía
que escuchara a Brahms, que aprendiera a pintar y beber
y no ser dominado por mujeres ni dólares
pero sólo me gritó: ¡Por el amor de Dios, recuerda a
tu madre, recuerda a tu patria,
nos vas a matar a todos…!
Me muevo a través de su casa (de la cual aún debe 8000
Dólares después de 20 años en el mismo empleo) y miro
sus zapatos muertos, la forma en que sus pies enroscaron
la piel como si hubiera estado enojado plantando rosas,
y sí que lo estaba,
y miro su cigarrillo muerto, su último cigarrillo y la
última cama sobre la cual durmió esa noche, y siento
como si debiera tenderla, pero no puedo, pues tu padre
siempre es el amo aún después de muerto;
supongo que estas cosas suceden
y no puedo dejar de pensar en:
morir sobre el piso de la cocina a las siete de la mañana
mientras otras gentes fríen sus huevos,
no es duro
a menos que a ti te suceda.
salgo y corto del árbol una naranja y le quito la piel luminosa,
las co
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