Las aplicaciones actuales y potenciales son los materiales termoeléctricos se basan en
dos aspectos del efecto Thomson:
Por un lado, el establecimiento de un flujo de calor, opuesto a la difusión térmica, cuando un
material sometido a un gradiente de...
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Las aplicaciones actuales y potenciales son los materiales termoeléctricos se basan en
dos aspectos del efecto Thomson:
Por un lado, el establecimiento de un flujo de calor, opuesto a la difusión térmica, cuando un
material sometido a un gradiente de temperatura es atravesado por una corriente eléctrica, permite
pensar en aplicaciones de refrigeración termoeléctrica.
Esta solución alternativa a la refrigeración
clásica que utiliza ciclos de compresión-expansión no necesita de partes móviles, lo que incrementa
su fiabilidad y elimina los ruidos y vibraciones.
Estas propiedades son fundamentales en
aplicaciones en las que la temperatura debe ser regulada de forma muy precisa y fiable, como por
ejemplo en los contenedores empleados en el transporte de órganos para trasplantes o en aquellas en
las que las vibraciones son un inconveniente grave, como por ejemplo: los sistemas de guía que
emplean láser, o los circuitos integrados.
Además, la posibilidad de crear un flujo térmico a partir
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