Iv
Al lunes siguiente Marcos y sus papas se presentaron en la oficina del juez y se encontraron allí con don
Ernesto y con Stella, la profesora de Sociales, que habían llegado antes que ellos y estaban charlando
en voz baja en el corredor.
- ¿Y qué va a...
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Iv
Al lunes siguiente Marcos y sus papas se presentaron en la oficina del juez y se encontraron allí con don
Ernesto y con Stella, la profesora de Sociales, que habían llegado antes que ellos y estaban charlando
en voz baja en el corredor.
- ¿Y qué va a pasar ahora? -preguntó la mamá de Marcos, que estaba nerviosa-.
¿Le toca declarar?
- No exactamente -respondió don Ernesto, que parecía estar un poco afectado y que tenía un tono de
voz menos severo que de costumbre -Esto no es un proceso judicial.
La idea es que llevemos el asunto
de la forma más discreta posible.
En aquel momento apareció el secretario del juzgado y los hizo pasar a la oficina del juez Rodríguez.
Había varias sillas de plástico, en las que se sentaron Marcos y sus papas.
La profesora Stella, don
Ernesto y el juez se sentaron en tres grandes sillones, tapizados en cuero rojo, en parte mirando a
Marcos y a sus papas y en parte mirándose unos a otros.
El juez Rodríguez era un tipo bajito, un poco rechoncho, con un
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