El prodigioso miligramo
Por: Juan José Arreola
Una hormiga censurada por la sutileza de sus cargas y por sus frecuentes
distracciones, encontró una mañana, al desviarse nuevamente del camino, un
prodigioso miligramo.
Sin detenerse a meditar en las...
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El prodigioso miligramo
Por: Juan José Arreola
Una hormiga censurada por la sutileza de sus cargas y por sus frecuentes
distracciones, encontró una mañana, al desviarse nuevamente del camino, un
prodigioso miligramo.
Sin detenerse a meditar en las consecuencias del hallazgo, cogió el
miligramo y se lo puso a la espalda.
Comprobó con alegría que era una carga
justa para ella.
El peso ideal de aquel objeto daba a su cuerpo extraña
energía; como el peso de las alas en el cuerpo de los pájaros.
En realidad,
una de las causas que anticipan la muerte de las hormigas es la ambiciosa
desconsideración de sus propias fuerzas.
Después de entregar en el
depósito de cereales un grano de maíz, la hormiga que lo ha conducido a
través de un kilómetro apenas tiene fuerzas para arrastrar al cementerio su
propio cadáver.
La hormiga del hallazgo ignoraba su fortuna, pero sus pasos demostraron la
priza ansiosa del que huye llevando su tesoro.
Un vago y saludable
sentimiento de reivindicación comenza
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